Nació en Río Gallegos entregándose a su vocación desde sus primeros años, ha viajado y ha recibido numerosos premios, pero lo más importante de su vida artística fue lograr incorporar en sus cuadros la esencia del barrio de La Boca, sus patios, sus conventillos (que él transformaba en su paleta en místicos conventos de la vida de sus habitantes) sus cafés y ese lento fluir del río transformado en lecho eterno de los barcos abandonados. También cabe recalcar su mirada metafísica que transformaba todo el barrio con un clima espiritual.